Circulación de la cultura escrita y los usos de la prensa entre 1820 y 1830: análisis sobre Viajes a Buenos Aires 1826 y 1831 de Jean Baptiste Douville

Laura Barbosa | UNLu
mlaura_barbosa@hotmail.com

Santiago Hidalgo Martínez | UNLu
santiagohidalgo123@hotmail.com

Resumen

El siguiente trabajo ha sido elaborado en el marco del proyecto de investigación «Accesos y exclusiones a la cultura escrita desde mediados del siglo XVIII hasta mediados del siglo xix en el espacio territorial bonaerense», integrado por el equipo de Historia Social de la Educación de la Universidad de Luján, dirigido por la doctora María Cristina Linares. En el mismo, observamos, describimos y analizamos el rol y los usos sociales de la prensa en Viajes a Buenos Aires 1826 y 1831, una narrativa de viaje realizada por el viajero francés Jean Baptiste Douville (1794-1837). Esta obra es un recorte de 30 mois de a vie, quinze mois avant et quinze mois aprés mon Voyage au Congo, ou ma justification des infamies débitées contre moi; suivie de details nouveaux et curieux sur les moeurs et les usages des habitants du Brésil et de Buenos-Ayres, et d’une description de la Colonie Patagonia (1833) y recopila aquellos capítulos en los que el viajero narra su visita a Buenos Aires.
Son dos los principales conceptos que atraviesan el artículo, cultura escrita y narrativa de viaje. En esta trama se va construyendo un relato que caracteriza un periodo histórico en el actual territorio argentino en donde la prensa como herramienta política adquiere un rol importante.
En un primer periodo nos ubicamos en Buenos Aires como ciudad letrada tomando sus antecedentes y el momento en que Douville llega a esta ciudad. Luego veremos a Douville como viajero y como escritor, para analizar la relación que tuvo con la prensa y los usos que se derivaron de ello.

Palabras clave: cultura escrita, narrativa de viaje, prensa escrita

 

Circulation of Literacy and Uses of Press between 1820 and 1830: Analysis on Viajes a Buenos Aires 1826 y 1831 by Jean Baptiste Douville

Abstract

The following article has been prepared within the framework of the research project «Access and exclusions to literacy from the mid-eighteenth century to the mid-nineteenth century in the Buenos Aires territorial space», which is formed by the Social History of Education Team University of Luján and directed by Dr. María Cristina Linares.
In this article, we observe, describe and analyze the role and social uses of the press in Viajes a Buenos Aires 1826 y 1831, a travel narrative made by the French traveller Jean Baptiste Douville (1794-1837). This work is a cut of 30 mois de a vie, quinze mois avant et quinze mois aprés mon Voyage au Congo, ou ma justification des infamies débitées contre moi; suivie de details nouveaux et curieux sur les moeurs et les usages des habitants du Brésil et de Buenos-Ayres, et d’une description de la Colonie Patagonia (1833) and compiles those chapters in which the traveller narrates his visit to Buenos Aires.
There are two main concepts that go through the article, literacy and travel narrative. In this plot a story is constructed that characterizes a historical period in the current Argentine territory where the press as a political tool acquires an important role.
At first we are located in Buenos Aires as a «literate city» taking its antecedents and the moment when Douville arrives in this city. Then we will consider Douville as a traveller and as a writer, to analyze the relationship he had with the press and the uses that were derived from it.

Keywords:literacy, travel narrative, newspapers

Introducción

El presente trabajo consiste en la observación, la descripción y el análisis sobre la cultura escrita a partir de Viajes a Buenos Aires 1826 y 1831. Entendemos por cultura escrita a las prácticas sociales vinculadas con los procesos de lectura, escritura, o ambas, y sus representaciones, en relación con las formas orales presentes en esas prácticas. A su vez, estas prácticas se encuentran situadas en una diversidad de contextos (hogar, escuela, trabajo, iglesia, comunidad, etc.) y en la manera particular en que ellas se relacionan con procesos históricos determinados (políticos‑económicos‑sociales).
«La cultura escrita es un complejo de prácticas de lenguajes incrustado en las complejidades de la vida social y no una variable independiente, aislada de otros factores económicos, políticos, sociales y culturales» (Kalman, 2008: 118). La reflexión de Kalman nos permite inferir que la cultura escrita involucra relaciones de poder entre sujetos, grupos, instituciones, por un lado, y por otra parte también que los soportes de lo escrito se ven afectados, en cuanto a las maneras de producción, circulación, transmisión, imposición y apropiación de esa cultura. Es así que cuando hablamos de cultura escrita no podemos referirnos únicamente a meros soportes textuales, sino a los usos sociales de tales soportes, de la lectura y de la escritura. Esto supone también pensar a la lectura, a la escritura y a los soportes textuales en relación con los distintos contextos (políticos, económicos, sociales y culturales) y con las relaciones de poder y jerarquías que se establecen entre quienes pueden leer y escribir y quienes no, entre quienes lo hacen bien y quienes lo hacen mal (Petrucci, 1999), a partir de la distribución de la riqueza, la diferencia de sexos, de razas, de geografías y culturas.
Cuando hablamos de los discursos de viajeros entendemos que son narrativas que se originaron en la Modernidad y, por lo tanto, no pueden ser comprendidos si no es a partir de una lógica que se estructura en los principios de razón, observación, experimentación y objetividad. En este sentido, el viaje aparece como un dispositivo cultural orientado a consolidar determinados presupuestos modernos sobre las subjetividades, las espacialidades y las temporalidades (Román, 2012).
Los viajes modernos, que encuentran origen en las expediciones del mercader veneciano Marco Polo y que se consolidan luego de la conquista de América (Ciccerchia, 2005), constituían no solo un acto de reconocimiento, sino también una gramática del mundo, del espacio y del otro (Román, 2012). El viaje puede considerarse como un acto de reconocimiento que implica un doble movimiento. Por un lado, el de reconocer o identificar el espacio visitado, describiéndolo, clasificándolo, objetivándolo. Por el otro, implica realizar un rito de pasaje, es decir, el acto de narrar y registrar la experiencia del viaje y de dicho encuentro con lo otro y con el otro (Ciccerchia, 2005).
Por su parte, Román propone denominar a los relatos de viajeros como discursos de (en) viaje (2012), ya que viajar y narrar son acciones tan íntimamente relacionadas que el viaje se vuelve en sí mismo relato y el relato resulta ser el propio viaje: «la narración se constituye en efecto del viaje (el sujeto, al regreso al lugar de origen, da cuerpo en su escritura a la experiencia viajera); son acciones, incluso a veces, simultáneas: el sujeto, mientras viaja, escribe-narra» (Román, 2010: 12).
Con relación al sujeto narrador, Ciccerchia postula la categoría de «autor testigo» (2005). El sujeto, que cuenta el viaje a partir de su propia experiencia, sustenta la credibilidad de su narración y de sus descripciones a partir del valor testimonial de su palabra. Por caso, el relato escrito por Auster sobre el libro de Marco Polo puede demostrar claramente la postura del narrador que convalida su relato:

Quinn cogió el libro de Marco Polo y empezó a leer de nuevo la primera página. ‘Pondremos por escrito lo que vimos tal y como lo vimos, lo que oímos tal y como lo oímos de modo que nuestro libro pueda ser una crónica exacta, libre de cualquier clase de invención. Y todos los que lean este libro o lo oigan puedan hacerlo con plena confianza, porque no contiene nada más que la verdad’ (Auster en Román, 2012: 20).

Consideramos que las experiencias narradas y sistematizadas en los libros o diarios de viaje se constituyeron como discursos/herramientas fundamentales para la consolidación de un discurso científico que en la época estaba comenzando a mostrarse como paradigma dominante. Pero, a su vez, estos relatos han constituido realidades y han construido concepciones del otro y de lo otro no solo como lo objetivable, sino como lo salvaje, lo primitivo, lo bárbaro en donde la teorización de la raza ha desempeñado un papel primordial. El caso de Douville no queda exento de una actitud eurocéntrica1 característica de los viajeros modernos y de sus discursos. Un ejemplo de tal puede verse cuando detalla que «los habitantes del campo conocidos con el nombre de gauchos son semisalvajes. Tienen todos los vicios de los europeos sin ninguna de sus buenas cualidades» (Douville, 1984: 125).

Buenos Aires cuando arriba Douville
Cuando Douville llega a Buenos Aires, en noviembre de 1826, Bernardino Rivadavia había sido designado presidente de la Nación (1826‑1827) según la Ley de Presidencia promulgada por el Congreso General Constituyente (1824‑1827) en febrero de ese mismo año.
Durante el ejercicio como ministro de Gobierno de Martín Rodríguez (1821‑1824), Rivadavia fue uno de los principales impulsores de una serie de reformas que se llevaron adelante en un clima de «paz y progreso» que los propios contemporáneos denominaron «la feliz experiencia de Buenos Aires» (Ternavasio, 1998: 163). Estas reformas, apoyadas por el Partido del Orden —también llamado de la Reforma, de tendencia unitaria y mayoría en el citado Congreso—, tenían como principal objetivo eliminar los últimos vestigios de la administración colonial en la provincia y adecuar todos los aspectos de la sociedad a la nueva realidad post-revolucionaria.
La elite porteña quiso poner en práctica las ideas ilustradas (heredadas de Europa), que no solo modificaban la visión del mundo rural, sino que consideraban a la cultura urbana «como instrumento fundamental para la renovación de la sociedad en su conjunto» (Aliata, 1998: 202). Esta «elite letrada», como la denomina Halperín Dongui (1992), impulsó la campaña —Hinterland— por la fertilidad de su tierra y la excepcionalidad de su clima, con miras al comercio de ultramar agroexportador.
Para Aliata (1998) hay una correlación directa entre el proyecto de organización urbano e institucional de los rivadavianos y la conformación de un «espacio público», a partir de ciertas medidas concretas, tales como el sistema representativo (1821), el sufragio universal masculino (1821), la reforma militar, que posibilitó la creación de un nuevo ejército regular acompañado por las fuerzas milicianas (1821), la reforma eclesiástica (1822) y la tolerancia religiosa (1824), la regularización del espacio físico podría a su vez, regular y transformar el comportamiento social y modificar las estructuras políticas y administrativas heredadas de la colonia.

Hacia una ciudad letrada
Durante la época colonial (a finales del siglo XVIII y principios del XIX) eran muy pocos los que sabían leer y escribir en la Buenos Aires rural o urbana. Pues, el acceso a la alfabetización pertenecía mayoritariamente a la élite porteña, española o criolla. Sin embargo, con la fuerte influencia de la Ilustración, un nuevo imaginario político y urbano surgió en el territorio rioplatense, impulsándose una serie de iniciativas educativas, culturales y científicas cuyo objetivo fue el de construir ciudadanos alfabetizados que encuadren en los ideales ilustrados modernos propios de una nueva «ciudad letrada» (Goldman, 2012).
En el periodo revolucionario fue cuando se produjo el mayor contacto entre la gente y la escritura impresa, promoviéndose la mutación hacia un paisaje letrado y originándose nuevas actividades y costumbres en la vida cotidiana de Buenos Aires. Para William Acree (2013), en el periodo que abarca desde 1806‑1807 hasta la década de 1830, es cuando ocurre el nacimiento de una «cultura impresa» que instituyó tres características importantes:

sirvió como un arma de guerra para convencer y condenar en las luchas por la independencia; abrió un nuevo espacio público que alentó una mayor interacción entre elites letradas y aquellos que ocupaban posiciones inferiores en la jerarquía social y por último fue fundamental […] para la elaboración de nuevos repertorios simbólicos que acompañaran a las nuevas repúblicas (Acree, 2013: 29).

En este contexto los iletrados interactuaron creando nuevos modos de comunicación escuchando lecturas públicas o participando de nuevos repertorios simbólicos.
A su vez, es en el periodo revolucionario cuando comienzan a insertarse determinados cambios en las condiciones materiales para la práctica de lectura y la escritura. Es decir, se produce un aumento en la disponibilidad de la cultura escrita mediante «la presencia física de los materiales impresos y la infraestructura para su distribución» (Kalman, 2004: 26). Es oportuno mencionar que es en este momento histórico cuando Mariano Moreno inaugura la Biblioteca Pública de Buenos Aires en 1812.
La alfabetización resultó ser el principal instrumento para la producción de sujetos modernos, favoreciendo la formación de un ciudadano activo que reemplace al súbdito fiel (Weimberg, 1995) y la prensa tuvo un rol significativo en ello.
Los periódicos significaron la posibilidad para los ilustrados porteños de aportar con sus luces a la comunidad: por un lado, proveen de información a la opinión pública sobre temas de interés como la economía, la política y las artes; y, por el otro, postulan y argumentan ideas para legitimar los actos de las nuevas autoridades (Goldman, 2012). Cuando comienza la década de 1820, los nuevos grupos dirigentes apostaron a la conformación de la opinión pública para legitimar su poder político. La prensa fue el principal instrumento utilizado para crear consenso favorable a su actuación en la esfera pública y política. Y el grupo de los «rivadavianos» hizo un uso consciente de la misma como órgano de difusión de las nuevas ideas que sostenían (siendo El Argos de Buenos Aires2 uno de los periódicos oficialistas más importantes).
No obstante, la «prensa ministerial» tuvo que enfrentarse a las críticas de otras publicaciones que no adherían a los poderes de turno. Esto puede observarse en la escritura de fray Francisco de Paula Castañeda, quién fue el autor y editor de una serie de publicaciones mordaces: «en prosa y en verso, con nombres figurados, como ‘Doña montevideana’, (...) con una originalidad cuyo destinatario era el público común, que lo apreciaba, y no los lectores cultos que le temían o aborrecían» (De Marco, 2006: 101).
La actividad de la prensa en este periodo (1820‑1830) tuvo que sortear dificultades diversas en torno a dos cuestiones fundamentales: los circuitos de información y las condiciones materiales para su subsistencia y continuidad. En cuanto a los primeros, los periódicos de la época solían extraer noticias de publicaciones extranjeras, como así también de cartas privadas, de la publicación de boletines, documentos y actas oficiales (como las de la Sala de Representantes), e incluso de fuentes tan poco fidedignas como el rumor. Repasando las condiciones materiales, deben considerarse como lugares de circulación, venta y difusión de los ejemplares, y los fondos requeridos para la impresión de los mismos no solo las asociaciones, sino también los cafés, las tertulias3 e, incluso, las pulperías. Estos espacios funcionaron como instancias para la discusión grupal, la manifestación de descontentos y la circulación de rumores y escritos de diversa índole: desde periódicos hasta libelos difamatorios.

Douville el viajero
Según los informes que se conservan en la Sociedad de Geografía de París, en la cual Douville fue admitido como miembro en 1826, aunque no se sabe que haya rendido cuenta de las observaciones recogidas durante sus viajes exploratorios (Verger, 1976), solo algunos datos biográficos coinciden con lo que el viajero francés nos cuenta en: «30 meses de mi vida, quince meses antes y quince meses después de mi Viaje al Congo, o, mi justificación frente a las infamias cargadas contra mí; seguida de detalles nuevos y curiosos sobre los usos y costumbres de los habitantes de Brasil y de Buenos Aires, y de una descripción de la colonia Patagonia»4 (Douville, 1833).
Sería cierta la fecha de su nacimiento, 15 de febrero de 1794, no así los orígenes nobles y la acomodada posición económica de sus padres. Por el contrario, de pequeño, Jean Baptiste fue acogido por un cura de pueblo que lo instruyó como monaguillo (la idea de su madre era verlo tomar los hábitos), hasta que fue destinado al liceo de Rennes, donde en principio no se destacó por su rendimiento académico, sino que se enredó en problemas amorosos de diversa índole. Luego decide dedicarse de lleno a sus estudios y así logra destacarse en retórica, por lo que sus profesores le aconsejan dedicarse al derecho o a la enseñanza. Pero siguiendo los deseos de su familia, llega a tomar las primeras órdenes (la tonsura), por lo que estudia filosofía y teología; aunque decide abandonarlos, dedicándose a la enseñanza. Más tarde viaja a Inglaterra donde reside un hermano suyo que tiene una posición algo acomodada y allí continúa enseñando (Verger, 1976).
El origen de su fortuna es incierto, pero le permite realizar su mayor ambición: viajar. En 30 mois... Douville se reconoce como un ávido lector de los relatos de viajeros, aquéllos que atrapaban al público europeo decimonónico y que habían venido a reemplazar, en el imaginario de estos lectores, a las novelas de caballería en el gusto por la aventura, sumándole el toque de «exotismo» con que se identificaba a esos «otros» desconocidos y lejanos (Cicerchia, 2005). De allí que Douville sea el prototipo de sujeto‑viajero que es «aquel que se expone, en mayor o menor grado, a la alteridad, por eso su retórica es la del ‘descubridor’, lo cual le otorga un locus de superioridad respecto a su objeto» (Colombi Nicolia, 2006: 27).
Si bien su actividad como naturalista y geógrafo fue fuertemente cuestionada, sobre todo a partir de su obra Viajes al Congo y al interior del África equinoccial (Voyage au Congo et dans intérieur de Afrique équinoxiale, 1832), en la Biblioteca de Santa Genoveva, París, se conserva un manuscrito de Jean Baptiste Douville. Un diario de ruta5, donde el autor cuenta día a día las observaciones hechas en la región del río Itahipe, (Brasil, 1833‑1835) entre la tribu de los Kamakan. Sus escritos dan testimonio de una dedicación y de un interés científico legítimo, a través de un minucioso registro de datos meteorológicos, botánicos, geológicos y geográficos. Estudios posteriores de su obra (Stamm, 1970) han establecido que más allá de ciertos datos que no pudieron ser verificados y de algunas fechas que no coincidirían con lo afirmado por Douville y que han sido contrastadas con documentos oficiales, se lo considera un aficionado a la etnografía, tal como lo hicieran otros viajeros y exploradores del siglo XIX. Poco se sabe acerca del final de nuestro viajero; habría tenido una «muerte misteriosa» (Métraux, 1928) y violenta a bordo de una embarcación que cruzaba el Río San Francisco, en Brasil, en 1837 a manos de unos sicarios enviados por un «fazendeiro» al cual Douville habría estafado.
Su «mala fama» fue tal entre sus contemporáneos, que el propio Douville nos cuenta que «las murmuraciones y las calumnias de Lacordaire se habían vuelto tan conocidas y potentes, que mi nombre había pasado a ser un lugar común para designar a un impostor. Más de un periodista me nombró bajo ese supuesto»6 (Douville, 1833: 335).

Douville el escritor
El texto original en francés escrito por Jean Baptiste Douville fue publicado en París en 1833. En su índice podemos conocer que la obra consta de diez capítulos, seguidos de un anexo titulado «Proyecto de un viaje a África dirigido al Rey» y, por último, el apéndice titulado «Piezas Justificativas».
En la versión en español, con prólogo del Dr. Bonifacio del Carril, se realizó un recorte en el número de los capítulos. No están incluidos los de su estadía en Brasil (1827).
Comenzamos analizando el título original de su obra en francés. En el particular caso de 30 mois…, el sujeto-narrador (Cicerchia, 2005) transita un relato un «discurso de frontera» (Cicerchia, 2005: 17) que constantemente desdibuja los contornos entre la autobiografía, la descripción etnográfica e histórica, y la justificación legal, pero que privilegia un recorte intencionado de su propia vida tendiente a la construcción de un ethos personal (Colombi Nicolia, 2006); por lo que el «acto de reconocimiento» (Cicerchia, 2005), más que geográfico es temporal y más que descriptivo es narrativo: Douville se presenta como el protagonista de su propia narración, pero no como el agente de un desplazamiento sino como el héroe de una novela romántica.
Como bien lo indica su título, el relato de un viaje verdadero es solo el trasfondo, la escenografía para presentar el drama del autor‑actor.
El título incluye entonces la palabra viaje y el detalle de ese itinerario (el Congo, Brasil, Buenos Aires, La Patagonia), asegurándose la inclusión del texto en una determinada familia genérica (Colombi Nicolia, 2006). Pero lo primero que se lee es la afirmación en primera persona: 30 mois de ma vie…. De lo que se trata es de esos 30 meses de la vida del autor, del protagonista, que luego también se presenta como viajero, como víctima y en último término, como naturalista o etnógrafo. Esta gradación en el título de la obra, jerarquiza los sucesos que articularán todo el relato; se impone al lector una toma de posición —creer o descreer— de la palabra escrita por Douville, la cual cumple una función de verdad. Colombi al respecto reflexiona: «la función central de todo narrador de un relato de viaje, su deber implícito, es informar, y de acuerdo a los pactos que rigen el género, que tal información sea veraz, es decir, fiable» (Colombi Nicolia, 2006: 24-25). «Quien enuncia se compromete a decir la verdad» nos dice Román (2010: 15).
Douville podría ser encuadrado en la categoría de autor testigo: narra el viaje a partir de su propia experiencia; sustenta la credibilidad de su narración y de sus descripciones en el valor testimonial que su palabra adquiere (López de Mariscal, 2007).
También en el título original del texto de Douville se anuncia que se darán «detalles nuevos y curiosos» sobre los usos y costumbres de los habitantes de Brasil, Buenos Aires y La Patagonia. Al respecto Román (2010) indica que es «una tópica privilegiada que aparece recurrente y constitutivamente tematizada en las narrativas de los viajeros: algunas de las ‘figuras del otro’ que se construyen en las mismas» (Román, 2010: 87). Aquí también el autor hace un recorte de la realidad, en ese narrar viajando, en el cual se refiere principalmente a sí mismo —lo que elige decir de sí mismo y de su historia, su versión de los hechos— aparece «la narrativa sobre la alteridad» (Román, 2010). Douville nos habla de lo nuevo y de lo curioso, esos otros quedan fijados en la escritura en sus diferencias, casi como si pertenecieran a otra especie. Se presenta una imagen en negativo: ellos —los otros— son todo lo que yo —nosotros—no soy, o yo soy todo lo que ellos no son. Esto puede verse ilustrado en la cita anteriormente mencionada, donde describe a los gauchos como seres «semisalvajes».

Douville y la prensa
Adentrándonos en Viajes a Buenos Aires se observa que son tres los periódicos nombrados por Douville, los cuales adquieren usos y roles distintos. El más citado es el histórico diario bonaerense La Gaceta Mercantil de Buenos Aires (1823‑1852), en el cual pueden encontrarse los anuncios comerciales que el viajero publicaba para difundir su naciente empresa Douville Labossière et. Comp. y, también, las cartas de su defensa en aquellos momentos que estuvo encarcelado bajo la orden de Rivadavia.
The Brittish Packet, and Argentine News (1826‑1859), periódico inglés editado para la comunidad británica y estadounidense de Buenos Aires, aparece en la obra también por usos comerciales, pues allí, Douville inserta un anuncio en donde se postula como prestamista. Además, en este y en La Gaceta Mercantil se encuentran publicados los avisos de venta de sus producciones litográficas (los retratos del almirante Brown, Alvear, Soler, Lavalleja y Mansilla). En cuanto a la Revue des Deux Mondes, publicación parisina fundada en 18297, es presentado por el viajero como el «diario semioficial» que respondió a las calumnias que este realizaba sobre el gobierno:

El crimen del que se acusa al señor Douville afecta las prerrogativas del gobierno y los intereses de la sociedad. En todo tiempo la falsificación de billetes de Banco ha suscitado la severidad de la justicia; esperamos que el señor Douville probará su inocencia. Pero ¿no hay alguna exageración en el cuadro espantoso que ha ofrecido al público? ¿Debemos hacer fe a todas las acusaciones que dirige contra el jefe de la policía? (Douville, 1984: 100).

Este fragmento de la revista fue escrito por Douville en su libro para mostrar la defensa (y la mala fe) de la prensa que apoyó a Rivadavia. Sin embargo, está acompañado por una nota en donde explica que la impresión se realizó en francés el 15 de noviembre —no especifica el año—, y que no ha podido obtener el original para compararlo con la traducción. Esto resultó problemático, teniendo en cuenta que el primer viaje realizado por él transcurrió de 1826 a 1827, viaje en el cual fue encarcelado, y que el año de fundación de la Revue des Deux Mondes data de 1829. Adentrándonos en los archivos digitales de la revista, encontramos que el fragmento aludido por Douville fue reproducido por Th. Lacordaire y tomado del periódico semioficial de Buenos Aires, La Crónica Política y Literaria el 15 de noviembre de 1832. El naturalista realizó esta publicación con el fin de presentar pruebas que pongan en duda los descubrimientos que Douville afirmaba haber realizado en su Viaje al Congo (Lacordaire, 1832b).
Un aspecto a tener en cuenta, reside en la circulación de los periódicos a través de la red atlántica, influenciada por un contexto de modernización y la intención de insertar al Río de la Plata en el escenario mundial, por parte del gobierno de Rivadavia, que requirió el tránsito de la información para generar un contacto con Europa.
Además del uso comercial de la prensa que realizó Douville, nuestro viajero hizo un uso político de la misma. Ello toma protagonismo en su obra debido al encarcelamiento injusto y arbitrario que padece durante su primer viaje en 1826. Según su relato, lo arrestaron sin dar motivo alguno; luego de enviarle cartas insistentemente al jefe de policía y de lograr publicar su situación en los diarios, se le comunica que fue acusado por falsificar papel moneda. La denuncia se basó en que un tal señor Prelig, de origen alemán, recibió un billete de un real de su casa de comercio y, como Douville era poseedor de la prensa litográfica donde producía los retratos de próceres, se consideraba que poseía los medios para llevar adelante la falsificación. El viajero se defiende argumentando que la acusación de poder litografiar los billetes no significa que haya sido él, además de que no era el único en Buenos Aires que posee una prensa litográfica. Por otro lado, arguye que su actividad comercial era exitosa, por lo tanto, resulta innecesario realizar las operaciones ilegales que se le acusa, y que es ridículo falsificar billetes de tan bajo valor para que una empresa de esta clase pueda dar ganancia. Concluye, entonces, en la arbitrariedad de Rivadavia y sospecha, a su vez, de la envidia de los comerciantes por su éxito comercial. El 7 de agosto de 1827, y luego de que el presidente fuera remplazado por Vicente López, Douville es liberado y declarado inocente.
Cierto es que el gobierno sospechaba de las actividades comerciales del francés. Como él mismo explicita, a diferencia del resto de los comerciantes bonaerenses, su empresa logró el éxito debido a que pudo hacer llegar mercadería desde Europa sin problemas a pesar del bloqueo al puerto de Buenos Aires por parte de la Armada de Brasil: «Entré en correspondencia con un comerciante de Montevideo que me envió toda clase de mercaderías de Europa» (Douville, 1984: 63).
Ahora bien, la desconfianza por parte del gobierno se remonta al suceso de su arribo a Buenos Aires. Después de que el Jules, el bergantín en el que viajó Douville, fuera tomado por naves de guerra brasileñas, el francés arribó a Montevideo a esperar su traslado hacia su principal destino ayudado por el vicecónsul francés y por los oficiales brasileños. El día de su partida un señor llamado Juanicó, con el cual había compartido una tarde en su casa junto al vicecónsul, le rogó que llevara entre sus sirvientes a un joven que deseaba volver con su familia, pero que no podía hacerlo por la Guerra del Brasil. Una vez que Rivadavia apruebe su desembarco y que se realice el transbordo entre la fragata brasileña y la bonaerense, el joven encomendado a Douville se deshizo de los oficiales del navío. Era el hermano de un comerciante de Buenos Aires que estaba prisionero de guerra en Montevideo, con lo que Douville decide explicarle cómo habían sido las cosas a través de una carta al almirante brasileño y, así, afirmar su inocencia.
Cuando arriba a Buenos Aires, Douville narra que las multitudes lo confundieron con un embajador brasileño, debido a que esperaban ansiosamente la paz frente a la cansadora guerra. Los periódicos lo desmintieron, divulgando que se trataba de un «naturalista que deseaba recorrer el país» (Douville, 1984: 55). Sin embargo, se esparcía la sospecha de que era un agente secreto del emperador de Brasil, debido a que había vivido allí y a la buena relación que mantenía con personas de distinción como el contraalmirante Norton8 y a los honores que le habían prodigado, sospecha de la cual Rivadavia estaba al tanto.
Tiempo después, el actual presidente recibe información desde Francia sobre la tenencia por parte de Douville de importantes mapas geográficos y topográficos del Paraguay, entonces lo cita a su fuerte para solicitárselos. El viajero acepta entregarle unas copias de los mismos, pero Rivadavia sospecha que este le oculta cierta información y, por ello, le solicita los originales. Douville se niega, ya que le había prometido al doctor Francia9 no divulgarlos, provocándose así el comienzo de una injuriosa relación con el presidente argentino.
Volviendo, mientras se encontraba encarcelado, Douville decide utilizar a la prensa para divulgar su situación y la usa, a su vez, como instrumento de defensa y presión contra el gobierno, buscando apoyo en la opinión pública:

Pero la publicación de mi carta reveló las horribles maniobras de mis enemigos. Los periódicos y todo el público estaban advertidos; se había tornado imposible abusar de ellos con falsedades, aunque fueran habitualmente urdidas. Todos tomaron mi defensa, y tuve por abogados a todos los hombres que odiaban al señor Rivadavia, presidente de la República, porque lo suponían autor de mi arresto. Gritaron más fuerte que la primera vez contra la arbitrariedad; se me colocó entre las víctimas del capricho del gobierno (Douville, 1984: 99).

Los escritos de Douville tienen un manifiesto destinatario: tanto en la prensa como esta obra en sí, explícitamente se dirigen a un público no solo ilustrado sino también a un público más amplio.
En el texto original, escrito en francés, el viajero se expresa: «No es su historia, sino la mía la que deseo contar al público» («ce n’est pas leur histoire, mais la mienne que je veux livrer au public») (Douville, 1832: 20). En su acepción original en lengua francesa, este término refiere tanto al conjunto de la población («las oficinas están abiertas al público a partir de las 9 horas») como al conjunto de los espectadores («el público aplaudió calurosamente a los actores»). Goldman (2012), en este sentido, explica que, a comienzos del siglo XVIII en el Río de la Plata, los periódicos abandonan la concepción de «público» como sinónimo de «república» o de «vecinos», y lo vincula fuertemente con la Ilustración:

En el nuevo clima de ideas abierto por la monarquía ilustrada de los Borbones surgieron, según ya señalamos, cambios en la vida cultural rio-platense que dieron lugar a la aparición de los primeros periódicos en los que puede ya apreciarse una nueva manera de concebir al «público», en referencia a aquellos hombres capaces de aportar sus «luces» a la comunidad en vinculación con los nuevos temas «públicos» relacionados con la educación, las artes y la economía política de las provincias rio‑platenses (Goldman, 2012: 311).

Si bien son claros los indicios de que Douville se dirija a un público europeo decimonónico, ávido lector de esta nueva literatura de viajes10, cuando se trata de divulgar su injusta situación consideramos que el marco se amplía al incluirse el público en general, el cual no era solo lector sino también oyente (Acree, 2013).
Por otra parte, es preciso recordar el objetivo que intentó alcanzar la política rivadaviana de ilustrar a los ciudadanos rioplatenses y de crear un nuevo espacio público. Esto es así ya que, con una opinión pública ilustrada, lograría reforzar el apoyo al régimen en el ámbito local, pero, por otro lado, serviría como contralor a los excesos de poder. Al menos teóricamente, porque además de no lograr una verdadera separación entre Estado y opinión pública (debido a que eran los mismos hombres del gobierno quienes interactuaban en los espacios públicos), se condenó como ilegítima a aquella opinión que se opusiera, argumentando que carecía de ilustración (Myers, 2004). Retornando, la prensa asume un rol pedagógico y se vuelve el vehículo por el cual se forma a los ciudadanos. Por este motivo se resucita la ley de Prensa, promulgada en 1811 por el primer Triunvirato, pues la consolidación de un sistema estable de gobierno sería lograda mediante la construcción del espacio público y por la divulgación y circulación de periódicos.
En la narrativa de Douville se muestra que la relativa libertad de la prensa intercede en la opinión pública y se vuelca contra el gobierno:

Sin duda la aparición de este escrito causó sorpresa al gobierno, y desbarató sus proyectos (…) Mi carta causó una singular sensación en toda la ciudad; se hablaba en todas partes de mi arresto y de la manera en que había sido realizado; todos protestaban contra el acto arbitrario del que yo era víctima (Douville, 1984: 84-85).

El viajero explicita que es La Gaceta Mercantil quien se encarga de publicar sus cartas mientras él se encuentra en la cárcel. La narración parece mostrar una postura de tolerancia por parte de Rivadavia en relación con la prensa que se manifestaba en oposición a su gobierno o que, por lo menos, contenía mensajes en su contra. Por otra parte, la aparición en el relato de la Revue des Deux Mondes, que postula una defensa frente a los escritos del viajero francés, demuestra el rol político de los periódicos y la vinculación hacia alguna facción en particular, en este caso, al oficialismo. Este aspecto se demuestra de una manera más clara, cuando Douville escribe, años más adelante (1831), sobre la situación política de Buenos Aires:

En esta época la República estaba dividida en dos partidos, conocidos con los nombres de unitarios y federales. Los ejércitos de estos partidos llevaban los nombres de Protector y Libertador. En esta época los diarios se dividían entre las diferentes opiniones, aplaudían las acciones de aquellos a quienes defendían y elevaban al cielo como hechos memorables y dignos de alabanza, los actos más espantosos que han oscurecido las páginas de la historia; enmascaraban todo, anunciaban una victoria cuando sus partidarios habían sido vencidos; pretendían que el ejército se había apoderado de una provincia cuando esta no había sido tomada; mentían al público y se corrompían (Douville, 1984: 137).

Claramente, los años son distintos y la postura sobre la libertad de opinión cambia radicalmente. Pues, con el advenimiento del régimen rosista, se produjo una rápida declinación de la prensa en todo el territorio argentino y los periódicos no censurados adoptaron un discurso aún más monocorde, que expresaba adhesiones al gobernador federal y enunciaba esporádicos ataques a sus opositores (De Marco, 2006). Douville, para ilustrar su rechazo a Rosas, relata un episodio en el que él afirma presenciar la detención del editor del diario El Toro, de Once, el Sr. Luis Pérez, el 14 de enero de 1831. Tres días después, el periódico dejó de publicarse. En este sentido, afirma el viajero que Rosas «podía detener a cualquier hombre sospechoso, exiliarlo, tenerlo en prisión, fusilarlo, sin que alguien osara pronunciar palabra si no quería exponerse a la misma suerte» (Douville, 1984: 138).

Conclusiones
Consideramos que además de haber sido un viajero descubridor, más etnógrafo que naturalista, Douville fue un autor‑actor y testigo de sus relatos, tanto en su obra como en su vida. Sus actividades principales giraron en torno al comercio y el contrabando, y su discurso no pretendió tener una función científica sino ser una herramienta política. Pues, como puede verse en 30 mois..., su relato esgrimió una serie de justificaciones y pruebas destinadas a limpiar el nombre y el honor de su persona, Jean Baptiste Douville.
Por un lado, puede verse que la descripción sobre los indios pampas (a los que compara con cosacos) ocupa solo dos párrafos del libro. Además, en el apéndice del libro denominado Piezas Justificativas, las mismas se relacionan directamente con sus asuntos personales —comerciales y políticos— que lo llevaron a la cárcel, tanto en Buenos Aires como en Río de Janeiro.
Mucho queda por decir de este particular personaje, cuya vida, como su personalidad, su obra y su carrera, presentan zonas de oscuridad, de ambigüedad e incertidumbre (Stamm, 1970).
En cuanto a la prensa, observamos que fue el medio de comunicación e información privilegiado en la vida de Jean Baptiste Douville. De hecho, es imprescindible recurrir a ella para intentar delinear el recorrido de su azarosa vida. Tanto en Europa, principalmente en Francia como en Gran Bretaña, y aquí en América del Sur, en Argentina y Brasil, podemos encontrar noticias de nuestro viajero en la prensa sobre sus diversas actividades, comerciales y científicas, y sobre sus enfrentamientos con aquellos que quisieron —y en parte lograron— difamar su nombre. A través de los múltiples descargos que Douville y sus detractores publican en los diferentes periódicos de la época, tanto americanos como europeos, podemos descubrir y constatar datos biográficos que no encontramos en ningún otro sitio.
Por otro lado, constatamos que la prensa fue, a principios del siglo XIX, el vehículo de una comunicación inter e intracontinental, como así también uno de los instrumentos principales en la construcción de la «opinión pública». Esta fue utilizada como instrumento político y como espacio de argumentación de las diferentes facciones en pugna (Ponte, 2014).
Un tercer punto que nombra Ponte (2014), en cuanto al uso social de la prensa, es verla en este periodo como espacio de lucha de las representaciones sociales, tema que no hemos profundizado en este artículo y que merece un mayor desarrollo.
Recurrir a la prensa como fuente documental supone aceptar el recorte previo de la realidad que la misma prensa hizo (Ponte, 2014); pero lo interesante es inferir el porqué de esa selección, cuáles son los valores, las polémicas y las prácticas sociales puestas en juego que la determinaron. En el caso de Douville, es el mismo protagonista quien nos aclara que su caso judicial estimula el enfrentamiento de la prensa facciosa del periodo, dando lugar a la publicación de sus cartas que desprestigian al gobierno de turno y a su presidente, Rivadavia.
En síntesis, Viajes a Buenos Aires, nos muestra a los periódicos de la época como herramientas políticas, tanto para la búsqueda de consenso como para la divulgación de las ideas contrarias al gobierno. Douville hace uso de ella para anunciar la supuesta injusticia vivida y presentarla ante un público que actuara de testigo, garante y jurado frente a las acciones arbitrarias y hostiles de Rivadavia.

 

NOTAS

1. Concebimos al eurocentrismo como una perspectiva y modo concreto de producción de conocimiento surgida en Europa Occidental, cuya particularidad es que si bien surge de una historia local se concibe de manera global y universal (Mignolo, 2003; Quijano, 2016).
2. El Argos de Buenos Aires apareció por primera vez en las calles porteñas el 12 de mayo de 1821. Fue un periódico de carácter político y noticioso que circuló hasta 1825 con el objeto, según enunció, de «ilustrar al pueblo» de la provincia (Lezcano, 2015).
3. Lugares de sociabilidad privilegiados por la elite porteña.
4. «30 mois de ma vie, quinze mois avant et quinze mois apres mon Vogaye Au Congo, ou ma justification des infamies débitées contre moi; suivie de details nouveaux et curieux sur les moeurs et les usages des habitants du Brésil et de Buenos-Aires, et d’une description de la Colonie Patagonia».
5. Una parte del manuscrito se encuentra en la Biblioteca Santa Genoveva de París N° 3507 y, la otra, en los archivos de la Sociedad de Geografía de París: Douville, J-B. Voyage chez Ies sauvages du Brésil, les Catachos, les Mougoyos, les Patachos, les Kerequimus, les Gadios et les Machacalis, fait pendant Ies années 1833, 1834 et 1835.
6. «La clameur excitée par les calomnies de Lacordaire et consors était devenu si haute et si puissante, que mon nom était passé en proverbe pour désigner un imposteur. Plus d’un écrivain de journal m’a signalé sous ce rapport».
7. En la actualidad, puede encontrarse en versión digital en: https://www.revuedesdeuxmondes.fr/
8. Jamen Norton, reconocido militar inglés que sirvió al Imperio del Brasil.
9. José Gaspar Rodríguez de Francia y Velasco (1766-1840), conocido como el doctor Francia, fue un dirigente político paraguayo, considerado el ideólogo y principal dirigente que llevó adelante el proceso de independencia de Paraguay.
10. En las páginas iniciales de su obra, escribe: «Devoraba los relatos de los viajeros. Prefería estos hombres valientes a los héroes más renombrados. Envidiaba su suerte y me asociaba a sus trabajos, a sus peligros y a sus éxitos» (Douville, 1984: 18).

 

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Datos de autora
M. Laura Barbosa | Argentina

Estudiante del Profesorado en Historia de la Universidad Nacional de Luján. Se desempeña como docente en escuelas públicas de gestión estatal.
E-mail: mlaura_barbosa@hotmail.com

Datos de autor
Santiago M. Hidalgo Martínez | Argentino


Licenciado en Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de Luján. Es integrante de la cátedra de Historia Social de la Educación, Universidad Nacional de Luján y del Colectivo Amuyu Nistanua, cátedra abierta intercultural (CAI).
E-mail: santiagohidalgo123@hotmail.com

Fecha de recepción: 25/10/2019
Fecha de aceptación: 18/12/2019

 

del prudente saber y el máximo posible de sabor es una publicación de periodicidad anual (enero a diciembre de cada año) editada por la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de Entre Ríos (Paraná, Argentina). Su objetivo es difundir resultados de investigaciones y producción teórica en el campo de las Humanidades y las Ciencias Sociales, publicando textos inéditos. El contenido de la revista está dirigido a investigadoras/es, docentes, estudiantes de grado y posgrado en los campos del conocimiento antes mencionados. Se reciben textos en español que son revisados inicialmente por el equipo editorial, y tras comprobarse que reúnen los requisitos formales y los estándares científico-académicos, son enviados a evaluadoras/es expertas/os en el tema, externas/os (sistema de arbitraje doble-ciego, a fin de garantizar el anonimato de autoras/es y evaluadoras/es).